domingo, 3 de diciembre de 2017

Nº 14 LA MUJER ROLLIZA

Él  repitió en voz alta “una querencia de cornisa cayendo de las axilas a la cintura” y se le hizo presente el cuerpo de su amada. Dejó el libro. La deseaba. Tomó el móvil y la llamó. Al otro lado del teléfono contestó una voz aguda. Ella le contó que estaba a punto de iniciar una sesión y que  no podría hablar mucho tiempo.
Él  imaginó el cuerpo de su compañera. Era fisioterapeuta. Trabajaba en una piscina de la localidad. Ella cada día se entusiasmaba con  los progresos, mínimos para los profanos, de  quienes compartían  el recinto deportivo y el eficaz hacer de sus manos.
Él dejó de imaginar. De regreso al redil de la templanza, le dijo que había sentido un impulso inevitable de escuchar su voz. Ella guardó silencio mientras sonreía, más allá de las ondas.
Él finalizó la llamada. Hoy se encontrarían a mitad de la tarde y pasearían sin prisas hasta la playa de la ciudad desde donde contemplarían la puesta de sol, enredados en un silencio cómplice. La palabra y el sexo llegarían después, tras el retorno al hogar.
Él terminó un café deliciosamente amargo y se dirigió al trabajo sintiéndose funambulista en busca de voladizo descendente. El cuerpo de su mujer era una de las razones por la que amaba la vida. Cuando la conoció  albergó el secreto anhelo de convertirlo en su morada permanente. Con el paso del tiempo la urgencia devino en sosiego que trocó el deseo en mullida y placentera residencia.
Él llegó al edificio  donde le esperaba un repertorio de obligaciones que le tendrían ocupado las horas siguientes. Antes de entrar en el ascensor, volvió a pensar en ella; esta vez se la imaginó  sentada en el borde de la piscina mientras alentaba a quienes, dolientes,  entrenaban para obtener su anónimo trofeo: volver a disponer de un cuerpo en condiciones, retardar lo más posible el  deterioro óseo o muscular, ó tal vez, ambos.   Sus logros serían celebrados por ella con un alegre movimiento de sus” tres o cuatro cinturas sobrenadando el vientre” como diría Kurt K .Y con esa  hermosa  imagen de su rolliza   mujer, inició la jornada laboral.. Buena semana

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