Ella no sabía si era de
noche o de día, si dormía o velaba.
Ella vomitó y con esfuerzo titánico giró la cabeza para no besar el líquido putrefacto. Estaba acostada. Su cabeza no le pertenecía.
Ella contempló el espacio gélido, siniestro, frío que albergaba 51 camas metálicas en las que estaban depositados bultos envueltos en bolsas de plástico negro, glacial oscuro.
Ella percibió que 5 de aquellos fardos humanos inmóviles eran más pequeños. Se percató de que estaban ordenados por edades: 2 años, Paula, Tenerife, 16 de julio de 2018 rezaba la etiqueta que colgaba a los pies del envoltorio macabro y que inauguraba una procesión infernal e inerte que cerraba Andrei, 9 años , Almería, 4 de junio de 2018.Entre ambos, cuatro penitentes involuntarios más. Silencio. La infancia había sido asesinada.
Ella cerró los ojos. Deseaba que acabara la pesadilla. El aire trocó en el perfume intenso del sufrimiento.
Ella abrió los ojos y sin saber cómo, fue capaz de contemplar el lugar desde el techo. En el ala izquierda del lugar 46 tálamos de aluminio organizaban la estadística adulta del horror. Desde los 21 a los 90 años.
Ella no quería ver el espanto, ni oír el réquiem de la ilusión, ni oler el aroma avinagrado de la guadaña mortal, ni sorber el reguero de lágrimas suplicantes ni tocar el amasijo de carne en el que creía habitar.
Ella no sabía si era de noche o de día, si dormía o velaba .Hasta que cayó en la cuenta de que tenía una etiqueta que se balanceaba a sus pies. Era la primera víctima de la violencia de género reconocida oficialmente en España en 2018, era. Jennifer Sofía, 45 años, Tenerife, 20 de enero de 2018.
Ella no sabía si estaba viva o muerta. Llevaba mucho tiempo que vivía sin vivir en sí y que no esperaba alta vida y que finalmente murió porque la mataron. Buena semana.
Ella vomitó y con esfuerzo titánico giró la cabeza para no besar el líquido putrefacto. Estaba acostada. Su cabeza no le pertenecía.
Ella contempló el espacio gélido, siniestro, frío que albergaba 51 camas metálicas en las que estaban depositados bultos envueltos en bolsas de plástico negro, glacial oscuro.
Ella percibió que 5 de aquellos fardos humanos inmóviles eran más pequeños. Se percató de que estaban ordenados por edades: 2 años, Paula, Tenerife, 16 de julio de 2018 rezaba la etiqueta que colgaba a los pies del envoltorio macabro y que inauguraba una procesión infernal e inerte que cerraba Andrei, 9 años , Almería, 4 de junio de 2018.Entre ambos, cuatro penitentes involuntarios más. Silencio. La infancia había sido asesinada.
Ella cerró los ojos. Deseaba que acabara la pesadilla. El aire trocó en el perfume intenso del sufrimiento.
Ella abrió los ojos y sin saber cómo, fue capaz de contemplar el lugar desde el techo. En el ala izquierda del lugar 46 tálamos de aluminio organizaban la estadística adulta del horror. Desde los 21 a los 90 años.
Ella no quería ver el espanto, ni oír el réquiem de la ilusión, ni oler el aroma avinagrado de la guadaña mortal, ni sorber el reguero de lágrimas suplicantes ni tocar el amasijo de carne en el que creía habitar.
Ella no sabía si era de noche o de día, si dormía o velaba .Hasta que cayó en la cuenta de que tenía una etiqueta que se balanceaba a sus pies. Era la primera víctima de la violencia de género reconocida oficialmente en España en 2018, era. Jennifer Sofía, 45 años, Tenerife, 20 de enero de 2018.
Ella no sabía si estaba viva o muerta. Llevaba mucho tiempo que vivía sin vivir en sí y que no esperaba alta vida y que finalmente murió porque la mataron. Buena semana.