Gunter trabaja en la recepción de un hotel alemán rural.
Para ser feliz practica el Gemütlichkeit. Trabaja duro y una vez cumplidas las
obligaciones laborales hace lo que considera necesario para sentirse cómodo. Su
vida estructurada tiene una ventana desde la que “balancea los pies” y en estos
momentos, cuando le atrapa los sueños, sigue la estela que deja la tinta
indeleble con la que están escritos, solo visible para la inteligencia
cardíaca. Esa es su medida de la felicidad. Dura unos instantes; tras los que
vuelve, con tesón y sin nostalgia, al trabajo. La felicidad tiene, en su caso,
mucho que ver con el orden que considera natural. Y en esa disciplina, el
desorden encuentra su medida y su lugar. Buena semana.
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