domingo, 13 de octubre de 2019

Nº 113 CALMA, MAREJADILLA, MAREJADA Y TORMENTA.



Máxima contemplaba el mar en calma. Nada hacía sospechar eso que se llamaba mar de fondo y que desde su, mas que tierna, robusta infancia escuchó de sus mayores, con el semblante adusto y el tono lacónico. El alzado de cejas era opcional, dependiendo en gran medida de la habilidad motórica facial de la parentela.
Hacía un par de días que había ido al cine. Asistió a una proyección de un ciclo dedicado a películas cuyos títulos otorgaran el protagonismo a las bestias. Allí descubrió un clásico, Tiburón y fue tal la impresión que le causó, que investigó la cinematografía de los escualos. Estaba fascinada, en su boca tomó asiento una mezcla, desconocida hasta el momento,de sal, terror y alimaña, que le llevó a fabular sobre el vivir y el morir de esos macrodepredadores.
Ella vivía en una isla y estaba acostumbrada al mar. De hecho, mientras contemplaba la pleamar en su discreto avance, pensaba que en la vida había mucho de ese ciclo que engloba todo el vaivén marino: calma, marejadilla, marejada y tormenta. Aunque a veces trocara el orden. Y todo en el constante subir y bajar de la marea.
Máxima reconoció el acierto en el título del film. Era impactante, directo: TIBURÓN. Pronunciarlo era una invitación a la subida del cortisol. Y volvió a pensar en la importancia del nombrar a la hora del emocionar. Y tirando de la creatividad se imaginó qué tirón hubiese tenido la triplemente oscarizada película en 1976 si se hubiese llamado MARRAJO. No pudo evitar la sonrisa así como no pudo evitar que las cholas colocadas en avanzadilla en dirección al mar, flotaran merced a una ola díscola en modo marejada; o tal vez la responsable del remojo de las zapatillas fuera la esotérica mar de fondo.
Máxima salió de la playa acompañada de la alegría en forma de curva ascendente labial, el calzado fresquito y un “no se qué “ salado, arenoso y calmoso .Estaba a gusto. Aunque comprendía que la marejadilla, la marejada y la tormenta tuvieran un lugar en el guión de su vida, ella había decidido que el título de su película sería CALMA. Buena semana.

domingo, 6 de octubre de 2019

Nº 112 TRAPERA DE PALABRAS


Yo iba para paracaidista o guardia real.
Pero lo que realmente quería ser de mayor era enfermero. Me imaginaba entrando y saliendo de las habitaciones del hospital,  con toda suerte de artilugios mitigadores del dolor humano. Me veía con el uniforme sanitario y el firme propósito de acabar con cualquier virus o bacteria que se me pusiera delante. Poner inyecciones, ser el brazo derecho del equipo médico, o el izquierdo, si aquel fuera zurdo, eran la inspiración de mi imaginario laboral futurible en los años adolescentes.
Hasta que en un día de frío invierno se me helaron las ilusiones. Estando en clase entró el tutor con un montón de papeles grapados en pequeños montones de seis hojas que , convertidas en oráculo, adivinarían a dónde iría a parar mi clase cuando estábamos a menos de dos estaciones de abandonar el instituto.Cansado de contestar al tercer folio, me dediqué a escoger la opción mas corta entre las tres posibilidades que ofrecían  aquellos papeles omniscientes.
Cuando obtuve la respuesta doble , tras sesudas operaciones en las que se sumaban, restaban, multiplicaban y dividían  mis palabras trocadas en números, sabía que el disparate final era `producto de la astenia juvenil que solo me permitía avanzar lúcido con esfuerzo, hasta el epílogo de la tercera hoja. 
Pero cierto es, que durante un momento, intenso, pleno y único momento, sentí cómo volaba, planeando en el aire antes de retornar a la habitual, pero esta vez aérea, posición vertical, para tomar tierra y llegar a tiempo al turno que empezaba en breve en la garita donde se produciría el cambio de la guardia real.
Y por unos instantes, lo imposible me sonrió.Y yo me reí con lo imposible. Por primera vez. Y desde entonces, me acompaña cada día a la hora de tejer la trapera que conforman los escritos, en los que, con frecuencia,  se entremezclan los hilos ajenos con los propios. Claro está que de mayor tampoco fui enfermero. Buena semana.