domingo, 11 de febrero de 2018

Nº 24.LO IMPOSIBLE


Él chocó contra una pompa de jabón que de forma inesperada trocó en pared tornasolada y volátil. Sonrió. Volvió a la infancia  con la magia que hacía que lo imposible fuera solo uno de los caminos posibles.
Él sabía que el día se había levantado gris y somnoliento. Pera también era consciente de que vendrían otros soles que ocuparan el actual lecho de nubes plomizas. Sabía, también que todo pasaba aunque, de alguna manera se quedara alojado en un resquicio del recuerdo, a modo de seña de identidad oculta en  un dobladillo de famoso costurero.
Él no era hombre de descoser lo tejido. Pero tampoco era perito en rematar lo finiquitado. Alguna vez dejaba  algún fleco, algún hilo suelto por el que desbaratar el hilván que con cosido firme, en apariencia, concluyera una etapa vital. Lo cual, cierto era, no ocurría con frecuencia.
Él tejió varias existencias con distintas madejas; se arropó con piezas de diferentes texturas para transitar por las estaciones diversas en tiempos distantes. Se sintió abrigado y desamparado por igual, fiel a la búsqueda de un arco iris que prometía en el otro extremo una olla cargada de monedas. Su vida era una persecución constante de los siete colores magníficos. Pero cuando los tuvo ante sus ojos se volvió daltónico y confundió tonalidades diciéndose que no eran lo anhelado. Y pasó tiempo.
Él salió a pasear en la mañana invernal por una ciudad de extraño colorido por las máscaras del carnaval. Había olvidado que cuando confluyen sol y lluvia brota el inasible arco festivo. Pero la amnesia fue conjurada cuando una pompa de jabón inesperada trocó en pared tornasolada y volátil contra la que vino a chocar. Ambos se deshicieron. Él, a partir de entonces,  inició una intensa labor aplicándose en dar la más certera y genuina puntada. Al fin dejó de soñar lo imposible y empezó a habitar en él. Buena semana.



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