domingo, 20 de enero de 2019

Nº 73. NUEVO PASO VOLUNTARIO Y FELIZ.



Ella apuró el paso. No quería perder el metro. Llegó una par de segundos antes de que las puertas se cerraran tras de sí.
Ella buscó asiento en el compartimento que, esa mañana estaba medio vacío.
Ella sintió que habría un espacio en el que transitar sentada cómoda el trayecto que le separaba de su meta inmediata.
Ella observó desde una posición de relativo descanso los vaivenes del vagón sobre las vías.
Ella atravesó oscuridades y vio la luz de la tarde invernal que lucía, tímida, en un cielo grisáceo.
Ella pensó en las otras personas que el azar o la causa había reunido en ese espacio y lugar . Algunas habrían llegado a la parada de metro con tiempo suficiente para estar antes de que se anunciara el advenimiento del transporte público. Otras, como ella, habrían llegado por los pelos. Pero todas habrían dejado atrás un lugar  y se dirigían a otra parte. Tal vez, algunas retornarían a su punto de origen al acabar la jornada. Quizás,  otras no volverían al punto de partida. Este era su caso.
Ella no llevaba visible equipaje ni para  facturar ni de mano. Pero  alguien  que prestara atención  a la curva ascendente de su sonrisa o a las arrugas erosionadoras del dolor a base de presencia podría adivinar que las puertas que se cerraron tras ella, al iniciar este trayecto eran el inicio de un camino, voluntario y feliz, sin retorno. Y cuando llegó a su destino, traspasó el umbral de las puertas que esta vez se abrieron ante sí y le dieron la bienvenida.
Ella, entonces ya no apuró el paso. Buena semana.


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