Él se dijo
"¿y si lo intento?"
Él se contestó
" me da miedo" " qué van a pensar de mí" " con la edad
que tengo, no estoy para estos trotes" " siempre he tenido mala
suerte, seguro que sale mal" " me da no se qué" "mi tiempo
pasó"
Él respiró y
fue acallando la voz que le cuestionaba. Y al hacer el silencio escucho la voz
de su deseo. Primero sonó bajito y después fue aumentando de volumen hasta que
resonó en cabeza, tronco y extremidades. Entonces tuvo la certeza y guiando el
temor como diestro auriga comprendió " si lo intentas puedes perder o
ganar; si no lo intentas, estás perdido" Buena semana.
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