Joseph empieza mañana un nuevo trabajo. Ha pasado del
medio siglo pero tiene en el estómago una familia de canguros hiperactivos. Está nervioso ante el nuevo contrato. No conoce el lugar
ni a sus inminentes colegas. Y esto último es lo que más le preocupa. Cada vez
que se encuentra sobrepasado se acuerda de su abuela Enma quien, fiel a su
ascendencia canadiense, le repetía hasta la saciedad la frase que aprendió en
su infancia y fue el faro de su larga vida: Joie de vivre, la alegría de vivir.
Joseph,con el mantra familias como eficaz coselete,
regatea cada uno de los pensamientos que agranda torpezas y destruye fortalezas
hasta que empieza a vislumbrar las oportunidades que le brinda su profesión:
olores, sabores, sonidos, miradas, manos y tal vez abrazos que poblarán el
tiempo que empieza a contar a partir de mañana. Imagina lo que no está escrito y
va brotando na sonrisa enigmática en su rostro , sintiendo que visto así el
asunto, la cosa cambia. Como diría su irónica abuela “No me digas que no”. Buena semana.
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