Él leyó el libro que tenía en sus manos” arbusto
o pequeño árbol de 2 a 4 metros de altura, muy ramificado, nudoso, de
corteza rugosa, de verde a marrón , o gris claro; hojas grandes, enteras, de
color verde intenso, nervios prominentes en el envés; flores axilares, de cáliz
campanulado, de color verde pálido, que esconde el fruto o baya de verde a
naranja al madurar” Después comprobó que tenía delante de sí un ejemplar que se
correspondía con lo recién recitado. Continuó con la lectura en voz alta “Diferentes
autores de obras sobre medicina popular canaria ofrecen múltiples beneficios de
esta planta medicinal como diurética, espasmolítica, analgésica, anestésica,
somnífera, oftálmica, antiasmática, antirreumática, laxante, dermática,
antitumoral, tónico hepático, incluso afrodisíaca y antitumoral, etc..”. Cerró
el libro y se limitó a mirar alrededor, siguiendo un ancestral consejo que le
instaba a comprobar la lejanía del mar
antes de arrancar una planta medicinal. Así lo hizo y tras constatar que el mar
brillaba por su ausencia, se agenció una buena porción de hojas con la que
seguir regulando la diabetes.Usando este remedio junto a la medicina oficial estaba
seguro de ganar la batalla.
Él pensó cómo desde pequeñito,, ante un mundo tan amargo, su sangre se había
rebelado pasándose de rosca con la glucosa; Y ante una sociedad tan falta de
afecto hasta el punto de quedar famélico de amor, su cuerpo acumulaba capas de
grasas como si de una cebolla se tratara.
Él ya no sabía muchas cosas porque había optado
por olvidar gran parte de lo aprendido dado su inutilidad.. Pero comprendía lo
esencial. Era un hombre sereno . Había aprendido que debía responsabilizarse de
sí mismo. No esperara que viniera a
salvarle mujer alguna que le recordara lo valioso que era simplemente por haber
nacido ni por intentar pavimentar cada día con los azulejos de la creatividad. Hasta
una época reciente había confundido el reflejo de su imagen en los demás con sí
mismo. Y hasta se lo creyó. Fue necesario que
su cuerpo le gritara que parara, que su mente construyera un muro de
contención que estableciera límites saludables entre él y el mundo y que se
reinventara. Y ahora con menos kilos de grasa y de glucosa, pasa más tiempo
cerca de la naturaleza, descubriéndola y descubriéndose en ella. Buena semana.