Manuel no supo acomodar lo que quería dejar atrás con lo que llegaba. Actuó como un elefante en una cacharrería y fue sembrando desolación allá por donde pisaba. Su huella hizo brotar dolor y desasosiego a quienes no comprendían ese viraje en su vida.
Manuel no quería causar dolor. Simplemente se ahogaba y pataleó para salir de la ciénaga poblada de arenas movedizas en la que se había convertido su vida. No se le pasaba por la cabeza que dicho paisaje tuviera mucho que ver con su forma de habitar el terreno.
Manuel se relacionaba mal con la empatía.El perímetro de la verdad quedaba marcado por las propias necesidades. No veía más allá. Tampoco comprendía el porqué de las dificultades habituales con las personas de su alrededor. Utilizaba la buena o mala suerte para pensarse y continuar.
Manuel tardó mucho en comprender el sufrimiento que causó.
Manuela no supo conciliar su deseo de tener otra vida sin tantas obligaciones con el entrenamiento de toda una vida en el sacrificio en pro de los demás. Actuó apagando fuego sin refrescar las brasas y fue cultivando confusión allá por donde pisaba. Su huella fue el cimiento de un muro de incomunicación para quienes no entendían que, después de tantos años transparente, se volviera, cuando menos, traslúcida.
Manuela no quería causar dolor. Simplemente dejó de flotar sin avanzar, apenas la cabeza fuera del agua, en el mar de aguas procelosas que conformaba su vida.No se le pasaba por la cabeza que el paisaje en el que se hundía tuviera mucho que ver con su forma de nadar en el líquido elemento.
Manuela se relacionaba mal con la serenidad. El perímetro de la verdad venía dado por los límites del victimismo. No veía más allá. Tampoco comprendía el porqué se tropezaba con tanto verdugo. Utilizaba la buena o mala fortuna para pensarse y continuar.
Manuela tardó mucho en comprender el sufrimiento que causó.
Manuel y Manuela no contaban con límites sanos para relacionarse, tanto consigo mismo como con el resto. Moraban dentro de fronteras difusas, variables, invasivas, hasta que cambiaron cuando aprendieron. Entonces comprendieron que cuando los límites son insanos, hay que ponerles límites. De ahí en adelante, pudieron deshacerse de la piel cuarteada del dolor, tarjeta de presentación en su relación con el mundo. Respondiendo al interrogante que les ubicaría, empezaron a vivir, armonizando lo propio y lo ajeno. La autopsia del hasta dónde les supuso hacer propios los límites de sus límites.Buena semana.
Manuel no quería causar dolor. Simplemente se ahogaba y pataleó para salir de la ciénaga poblada de arenas movedizas en la que se había convertido su vida. No se le pasaba por la cabeza que dicho paisaje tuviera mucho que ver con su forma de habitar el terreno.
Manuel se relacionaba mal con la empatía.El perímetro de la verdad quedaba marcado por las propias necesidades. No veía más allá. Tampoco comprendía el porqué de las dificultades habituales con las personas de su alrededor. Utilizaba la buena o mala suerte para pensarse y continuar.
Manuel tardó mucho en comprender el sufrimiento que causó.
Manuela no supo conciliar su deseo de tener otra vida sin tantas obligaciones con el entrenamiento de toda una vida en el sacrificio en pro de los demás. Actuó apagando fuego sin refrescar las brasas y fue cultivando confusión allá por donde pisaba. Su huella fue el cimiento de un muro de incomunicación para quienes no entendían que, después de tantos años transparente, se volviera, cuando menos, traslúcida.
Manuela no quería causar dolor. Simplemente dejó de flotar sin avanzar, apenas la cabeza fuera del agua, en el mar de aguas procelosas que conformaba su vida.No se le pasaba por la cabeza que el paisaje en el que se hundía tuviera mucho que ver con su forma de nadar en el líquido elemento.
Manuela se relacionaba mal con la serenidad. El perímetro de la verdad venía dado por los límites del victimismo. No veía más allá. Tampoco comprendía el porqué se tropezaba con tanto verdugo. Utilizaba la buena o mala fortuna para pensarse y continuar.
Manuela tardó mucho en comprender el sufrimiento que causó.
Manuel y Manuela no contaban con límites sanos para relacionarse, tanto consigo mismo como con el resto. Moraban dentro de fronteras difusas, variables, invasivas, hasta que cambiaron cuando aprendieron. Entonces comprendieron que cuando los límites son insanos, hay que ponerles límites. De ahí en adelante, pudieron deshacerse de la piel cuarteada del dolor, tarjeta de presentación en su relación con el mundo. Respondiendo al interrogante que les ubicaría, empezaron a vivir, armonizando lo propio y lo ajeno. La autopsia del hasta dónde les supuso hacer propios los límites de sus límites.Buena semana.