viernes, 3 de septiembre de 2021

Nº 114 SÉ DESPERTARME A TIEMPO




Este blog se inició el 3 de septiembre de 2017.Hoy hace 4 años. Estuve escribiendo en él hasta el 13 de octubre de 2019 fecha en la que fue necesario que mis fuerzas, mi mente y corazón estuvieran en un menester que requería atención plena, como se diría 24 de 7. Ahora escribo la última entrada que registro en este espacio.
Este blog surgió como contrapunto a mi anterior blog , angustiascallejas@blogspot.com, en el que escribí del 10 de noviembre del 2013  al 3 de septiembre del 2017.
Tanto uno como otro me han servido para transitar por años de mucha intensidad en los que he aprendido a conocerme y entender con sencillez, que solo desde la consideración de ser la mejor compañía para mí misma, puedo  establecer relaciones independientes, saludables, alegres y cómplices.
El nombre de cada blog tiene una simbología que conocen algunas de las personas más cercanas de mi entorno y que en su origen guarda un compromiso con la vida, tal como entendía por entonces.
Ahora cierro este espacio de creatividad porque empieza otra etapa de creación  en la que, a partir del próximo domingo 5 de septiembre podemos  encontrarnos, leernos  y comentarnos en pilararteagafuentes@blogspot.com.
Hay un tiempo para dormir, necesario para descansar y soñar; y hay un tiempo para despertarse, necesario para hacer realidad lo soñado. Y yo, sé despertarme a tiempo.
GRACIAS por leerme.
¡QUÉ SEAN PERSONAS FELICES, CONSCIENTES Y CREATIVAS!






 

domingo, 13 de octubre de 2019

Nº 113 CALMA, MAREJADILLA, MAREJADA Y TORMENTA.



Máxima contemplaba el mar en calma. Nada hacía sospechar eso que se llamaba mar de fondo y que desde su, mas que tierna, robusta infancia escuchó de sus mayores, con el semblante adusto y el tono lacónico. El alzado de cejas era opcional, dependiendo en gran medida de la habilidad motórica facial de la parentela.
Hacía un par de días que había ido al cine. Asistió a una proyección de un ciclo dedicado a películas cuyos títulos otorgaran el protagonismo a las bestias. Allí descubrió un clásico, Tiburón y fue tal la impresión que le causó, que investigó la cinematografía de los escualos. Estaba fascinada, en su boca tomó asiento una mezcla, desconocida hasta el momento,de sal, terror y alimaña, que le llevó a fabular sobre el vivir y el morir de esos macrodepredadores.
Ella vivía en una isla y estaba acostumbrada al mar. De hecho, mientras contemplaba la pleamar en su discreto avance, pensaba que en la vida había mucho de ese ciclo que engloba todo el vaivén marino: calma, marejadilla, marejada y tormenta. Aunque a veces trocara el orden. Y todo en el constante subir y bajar de la marea.
Máxima reconoció el acierto en el título del film. Era impactante, directo: TIBURÓN. Pronunciarlo era una invitación a la subida del cortisol. Y volvió a pensar en la importancia del nombrar a la hora del emocionar. Y tirando de la creatividad se imaginó qué tirón hubiese tenido la triplemente oscarizada película en 1976 si se hubiese llamado MARRAJO. No pudo evitar la sonrisa así como no pudo evitar que las cholas colocadas en avanzadilla en dirección al mar, flotaran merced a una ola díscola en modo marejada; o tal vez la responsable del remojo de las zapatillas fuera la esotérica mar de fondo.
Máxima salió de la playa acompañada de la alegría en forma de curva ascendente labial, el calzado fresquito y un “no se qué “ salado, arenoso y calmoso .Estaba a gusto. Aunque comprendía que la marejadilla, la marejada y la tormenta tuvieran un lugar en el guión de su vida, ella había decidido que el título de su película sería CALMA. Buena semana.

domingo, 6 de octubre de 2019

Nº 112 TRAPERA DE PALABRAS


Yo iba para paracaidista o guardia real.
Pero lo que realmente quería ser de mayor era enfermero. Me imaginaba entrando y saliendo de las habitaciones del hospital,  con toda suerte de artilugios mitigadores del dolor humano. Me veía con el uniforme sanitario y el firme propósito de acabar con cualquier virus o bacteria que se me pusiera delante. Poner inyecciones, ser el brazo derecho del equipo médico, o el izquierdo, si aquel fuera zurdo, eran la inspiración de mi imaginario laboral futurible en los años adolescentes.
Hasta que en un día de frío invierno se me helaron las ilusiones. Estando en clase entró el tutor con un montón de papeles grapados en pequeños montones de seis hojas que , convertidas en oráculo, adivinarían a dónde iría a parar mi clase cuando estábamos a menos de dos estaciones de abandonar el instituto.Cansado de contestar al tercer folio, me dediqué a escoger la opción mas corta entre las tres posibilidades que ofrecían  aquellos papeles omniscientes.
Cuando obtuve la respuesta doble , tras sesudas operaciones en las que se sumaban, restaban, multiplicaban y dividían  mis palabras trocadas en números, sabía que el disparate final era `producto de la astenia juvenil que solo me permitía avanzar lúcido con esfuerzo, hasta el epílogo de la tercera hoja. 
Pero cierto es, que durante un momento, intenso, pleno y único momento, sentí cómo volaba, planeando en el aire antes de retornar a la habitual, pero esta vez aérea, posición vertical, para tomar tierra y llegar a tiempo al turno que empezaba en breve en la garita donde se produciría el cambio de la guardia real.
Y por unos instantes, lo imposible me sonrió.Y yo me reí con lo imposible. Por primera vez. Y desde entonces, me acompaña cada día a la hora de tejer la trapera que conforman los escritos, en los que, con frecuencia,  se entremezclan los hilos ajenos con los propios. Claro está que de mayor tampoco fui enfermero. Buena semana.



domingo, 29 de septiembre de 2019

Nº 111 LÍMITES A LOS LÍMITES



Manuel no supo acomodar lo que quería dejar atrás con lo que llegaba. Actuó como un elefante en una cacharrería y fue sembrando desolación allá por donde pisaba. Su huella hizo brotar dolor y desasosiego a quienes no comprendían ese viraje en su vida.
Manuel no quería causar dolor. Simplemente se ahogaba y pataleó para salir de la ciénaga poblada de arenas movedizas en la que se había convertido su vida. No se le pasaba por la cabeza que dicho paisaje tuviera mucho que ver con su forma de habitar el terreno.
Manuel se relacionaba mal con la empatía.El perímetro de la verdad quedaba marcado por las propias necesidades. No veía más allá. Tampoco comprendía el porqué de las dificultades habituales con las personas de su alrededor. Utilizaba la buena o mala suerte para pensarse y continuar.
Manuel tardó mucho en comprender el sufrimiento que causó.
Manuela no supo conciliar su deseo de tener otra vida sin tantas obligaciones con el entrenamiento de toda una vida en el sacrificio en pro de los demás. Actuó apagando fuego sin refrescar las brasas y fue cultivando confusión allá por donde pisaba. Su huella fue el cimiento de un muro de incomunicación para quienes no entendían que, después de tantos años transparente, se volviera, cuando menos, traslúcida.
Manuela no quería causar dolor. Simplemente dejó de flotar sin avanzar, apenas la cabeza fuera del agua, en el mar de aguas procelosas que conformaba su vida.No se le pasaba por la cabeza que el paisaje en el que se hundía tuviera mucho que ver con su forma de nadar en el líquido elemento.
Manuela se relacionaba mal con la serenidad. El perímetro de la verdad venía dado por los límites del victimismo. No veía más allá. Tampoco comprendía el porqué se tropezaba con tanto verdugo. Utilizaba la buena o mala fortuna para pensarse y continuar.
Manuela tardó mucho en comprender el sufrimiento que causó.
Manuel y Manuela no contaban con límites sanos para relacionarse, tanto consigo mismo como con el resto. Moraban dentro de fronteras difusas, variables, invasivas, hasta que cambiaron cuando aprendieron. Entonces comprendieron que cuando los límites son insanos, hay que ponerles límites. De ahí en adelante, pudieron deshacerse de la piel cuarteada del dolor, tarjeta de presentación en su relación con el mundo. Respondiendo al interrogante que les ubicaría, empezaron a vivir, armonizando lo propio y lo ajeno. La autopsia del hasta dónde les supuso hacer propios los límites de sus límites.Buena semana.

domingo, 22 de septiembre de 2019

Nº 110 TRAVESÍA DE FONEMAS SINIESTROS


Aureliano cerró la ventana pues era hora punta y el tráfico ponía una banda sonora estridente al mediodía del viernes. Se sintió doblemente aliviado: de cristales para adentro, se hizo la calma; y en su mente andaban, al fin, pensamientos mudos que tan pronto como llegaban se iban. Dieciséis años atrás, durante dos décadas,su cabeza alojó un sinfín de palabras ruidosas, frases que le asustaban, mensajes cuya procedencia desconocía y que el resto de sus familiares no escuchaba, ni siquiera oía. Sufrió mucho en aquella adolescencia que no terminó de cuajar, adormecida bajo el efecto de los medicamentos que,muy lentamente, fueron acallando aquel dolor hecho sonido. No comprendía ni se comprendía.No le quedó otra que vivir el momento presente que en nada se parecía al deseado carpe diem. Por el contrario vívía envuelto en el fragor de una batalla dialéctica en modo imperativo, a veces como un rumor: otras como estruendo.Y así, cuatro lustros. Su existencia se agarraba a los escasos momentos de sosiego, que poco a poco fueron creciendo.Buscó en la religión la razón para vivir, como el antídoto a la algabaría que había tomado posesión de su pensar .Apenas podía recordar lo leído o visto minutos antes. Durante veinte años el objetivo de su vida fue silenciar sin silenciarse.Apenas hablaba porque estaba cansado de tanto escuchar.
Aureliano, de constitución robusta, paró su razonar en los 14 años, aunque su cuerpo creció más allá del medio siglo. Y fue entonces, cuando despertara de la pesadilla sonora.Desde entonces solo desea estar en paz.Calificado como enfermo mental recibía una pensión que le administraba la persona que lo acompañó y cuidó en la travesía de los fonemas siniestros: su madre. Sin ser grande ni pequeño, vive en una suerte de limbo cronológico. Su felicidad está en el disfrute de la ausencia de palabra.Es consciente de la fragilidad de la vida.Ha tenido pruebas contundentes de ello. Aprecia la compañía pero no en demasía. Prefiere la de quien, compartiendo espacio y tiempo, le permite retirarse a ese espacio de sosiego, mudo, en el que estar en paz. Buena semana.

domingo, 15 de septiembre de 2019

Nº 109 MIRA MERI


Ella se cansó de darlo todo en virtud de un amor ciego que  la dejó a oscuras. Estaba harta de no ser tomada en serio. Empezó a percibirse traslúcida y con el paso del tiempo devino en transparente. Fue un proceso paulatino al que se fue adaptando hasta que desapareció. Lo realmente curioso es que nadie notaba su ausencia . Su entorno la trataba como si estuviera presente. Ella misma vivía en delegación vacía de sí misma. Y así año tras año. Hasta que agotó todas las rutas del ambular automático, rutinario, propio del sinsentido.
Estaba en el mostrador de la oficina municipal cuando el funcionario le preguntó si su nombre terminaba en i griega o latina. Fue escuchar la pregunta y se volvió loca. A todas luces estaba sensible, extremadamente sensible. Y ese momento casual supuso el detonante para que ella se parara a pensar por primera vez no en cómo acababa su nombre sino en cómo estaba acabando su vida. Por su cabeza se paseó la rabia que había acumulado durante décadas y que se había tragado para no molestar .Estalló como lava de volcán y dejó al empleado público perplejo y con la boca abierta.
Se marchó de la oficina con una mirada efervescente que se derramó por el rostro. Fue a su casa, se miró en el espejo y, cual Alicia, lo atravesó y se contempló  de esta forma por vez primera y descubrir un rostro ajeno. Respiró ante esos rasgos desconocidos y lejos de achantarse tuvo el firme propósito de aplicarse en el estudio de la silueta viviente que desde el otro lado del espejo le decía ¡Mira Meri! Buena semana.


domingo, 8 de septiembre de 2019

Nº 108 INSTANTE DE SAL


Aquel anticipo otoñal arrastró consigo un sabor salado que, naciendo en la costa, trepó hasta el quinto piso del recién construido edificio urbano, en un lugar sin mar. Allí habitaba Ernesto. En los recovecos de su boca se instaló el recuerdo de un cuerpo, inevitablemente, salado. Sintió la saliva acudir presurosa e inundar la morada del decir. En unos segundos, su rostro era sal. Lloraba. Echaba de menos a quien fue su amor aunque en su vida actual estaba de más. Sabía que no volverían a encontrarse. Y que poco a poco vendría su deconstrucción para construir su recuerdo. A pesar de que sabía muchas cosas, algunas verdaderas, lloraba. O tal vez lo hiciera precisamente por ello. Mañana sería otro día y este instante líquido correría olvido abajo. Pero ahora era el momento de la pasión del desamor como colofón al amor apasionado vivido.
Después se despejó  el cielo cubierto,  emprendió  furtiva huida el salitre de la añoranza y Ernesto encendió el ventilador para combatir el hastío agobiante de un estío en el que aquel anticipo otoñal arrastró consigo un sabor salado.. Buena semana

domingo, 1 de septiembre de 2019

Nº 107 JOIE DE VIVRE


Joseph empieza mañana un nuevo trabajo. Ha pasado del medio siglo pero tiene en el estómago una familia de canguros hiperactivos. Está nervioso ante el nuevo contrato. No conoce el lugar ni a sus inminentes colegas. Y esto último es lo que más le preocupa. Cada vez que se encuentra sobrepasado se acuerda de su abuela Enma quien, fiel a su ascendencia canadiense, le repetía hasta la saciedad la frase que aprendió en su infancia y fue el faro de su larga vida: Joie de vivre, la alegría de vivir.
Joseph,con el mantra familias como eficaz coselete, regatea cada uno de los pensamientos que agranda torpezas y destruye fortalezas hasta que empieza a vislumbrar las oportunidades que le brinda su profesión: olores, sabores, sonidos, miradas, manos y tal vez abrazos que poblarán el tiempo que empieza a contar a partir de mañana. Imagina lo que no está escrito y va brotando na sonrisa enigmática en su rostro , sintiendo que visto así el asunto, la cosa cambia. Como diría su irónica abuela “No me digas que  no”. Buena semana.




domingo, 25 de agosto de 2019

106 FELICIDAD NACIONAL BRUTA


Aum nació a finales de la década de los 60 en el siglo XX. Parecería que la compasión y el altruismo formaran parte de su genética. Sin embargo, ambos son consecuencia de la interiorización de un eficaz proceso de aprendizaje en el que Jetsun, su  tía paterna, ha tenido mucho que ver.
Aum recuerda dos proverbios que su pariente y mentora repetía desde que ella puede recordar con un gesto involuntario de elegante coquetería que enmarcaba sus palabras: “No existe camino para la felicidad, la felicidad es el camino” y “ La felicidad se basa en la confianza y la confianza es gratuita” .
Aum  nació en Bután cuya Constitución de 2008 instituyó como objetivo oficial del . gobierno la Felicidad Nacional Bruta. Esta mujer madura está rellenando el cuestionario que cada dos años se realiza a la población del país sobre sus vidas y su felicidad. La forma de interpretar los resultados pasa por el tratamiento de la información recogida en función de nueve indicadores que tienen que ver con el bienestar psicológico, la salud, el uso del tiempo, la educación, la diversidad cultural y la resistencia, el buen gobierno, la vitalidad de la comunidad, la calidad de vida y la diversidad ecológica.
Para Aum es difícil de entender el individualismo. Desde pequeña ha estado rodeada de personas con las que hacer y deshacer los avatares de la vida. Pero a veces necesita su momento de soledad y entonces  escapa de su ciudad, Thimpu, para perderse y encontrarse con la Naturaleza de la que se siente parte. Cuando regresa a la urbe, se siente reconfortada y con fuerzas para contribuir a mejorar el planeta. Actualmente está estudiando la poligamia practicada por los nómadas en las tierras altas. Parece ser una estrategia para la supervivencia de esta forma de vida. Mientras investiga se pregunta si las mujeres nómadas forman parte de la Felicidad Nacional Bruta en su quehacer cotidiano que abarca desde el cuidado de las criaturas hasta el transporte de reses.
Aum quiere viajar, conocer otras culturas, moverse en lugares de más de 750.000 habitantes. Lleva mucho tiempo alimentando este sueño y poniendo los medios para que se convierta en realidad. Aunque Aum  no se considera una persona feliz, sí tiene claro que pone su esfuerzo y compromiso en lograrlo…. si fuera posible, en  esta vida. Buena semana.


Nº 105 SAUDADE

Rodrigo es un hombre melancólico. Se aferra al pasado. Ignora el presente. Se ha separado hace diez años y no logra establecer puentes por los que transitar el momento actual. Conserva la casa intacta, tal como la compartiera con su pareja, cuando era su hogar. Utiliza la misma ropa cuya dedicación raya en la obsesión. Mantiene el mismo peinado de entonces. La foto que le identifica en las redes sociales es de aquella época. Hace del orden pretérito su rutina actual. Su corazón echó el ancla y paró motores. Pétreo e incombustible como la tea se detuvo en una hora, de un día en aquella estación de cierto año. Aunque late, Rodrigo no escucha diástole o sístole por muy acelerado que esté. Sordo. Oye pero no escucha. Ciego. Mira pero no ve. Aunque habla, no dice. Aunque traga, no saborea. Respira pero no percibe aroma. Toca pero no acaricia. Vive o lo parece.
Rodrigo es un hombre al que le gusta coquetear con la nostalgia. Pero solo de vez en vez. Tras los instantes en los que margulla por lo ausente, retorna a la superficie de lo que tiene presencia en su vida. Se ha separado hace diez años y día a día, deambulando primero, andando, luego y saltando después, desbrozó un camino de aprendizaje en el que comprendió el valor de lo que llegaba. Cerró con el eficaz cerrojo de la gratitud, puertas oxidadas por las lágrimas. Abrió las ventanas para que entrara el aire fresco, cuando su corazón le mandó la señal infalible. Sorteó los rescoldos ardientes, refrescando las brasas para evitar devastadores incendios. Entendió el carácter cíclico de la vida. Aceptó el cambio, transformó su entorno y se transformó. Como si de un recién nacido se tratara, fue capaz de volver a ver, decir, oir, saborear, percibir aromas y acariciar.
Rodrigo, como cualquier persona, tiene dos opciones a la hora de contarse la vida desde la saudade. Buena semana.

domingo, 11 de agosto de 2019

Nº 104 FAIR GO



Emily defiende la sociedad igualitaria, la justicia, la deportividad y la actitud positiva. Es una persona alegre y afable. Vive en Melbourne. Es adolescente. Está acostumbrada a intentar una y otra vez su empeño hasta que consigue su objetivo. Y si no lo logra, queda satisfecha por haber puesto lo que estaba de su mano. Tiene buenos recuerdos del colegio. Para ella es normal llevarse bien con la gente y conocer las reglas de los distintos juegos en los que participa en su andadura vital. A pesar de su juventud posee la herencia cultural de su entorno, que le hace asumir que  todas las personas merecen que se les dé una oportunidad digna. De pequeña le gustaba recortar figuras de papel. Recuerda los buenos momentos con su amigo David. Reían mucho mientras realizaban las  actividades escolares.  La niña era zurda. El niño, diestro; pero no se sentían significativamente diferentes pues en el aula había igual número de tijeras para quienes eran hábiles con la mano derecha que  para quienes lo eran con la izquierda. Emily aprendió por experiencia propia, que es deseable experimentar el fair go, la oportunidad razonable. Para ella, según ha aprendido,  se trata de vivir con dignidad. Buena semana.


lunes, 5 de agosto de 2019

Nº 103 GEMÜTLICHKEIT


Gunter trabaja en la recepción de un hotel alemán rural. Para ser feliz practica el Gemütlichkeit. Trabaja duro y una vez cumplidas las obligaciones laborales hace lo que considera necesario para sentirse cómodo. Su vida estructurada tiene una ventana desde la que “balancea los pies” y en estos momentos, cuando le atrapa los sueños, sigue la estela que deja la tinta indeleble con la que están escritos, solo visible para la inteligencia cardíaca. Esa es su medida de la felicidad. Dura unos instantes; tras los que vuelve, con tesón y sin nostalgia, al trabajo. La felicidad tiene, en su caso, mucho que ver con el orden que considera natural. Y en esa disciplina, el desorden encuentra su medida y su lugar. Buena semana.


domingo, 28 de julio de 2019

Nº 102 CACAO Y CHOCOLATE


Luisa mentía.
Ya se le había olvidado desde cuándo. Inventaba una realidad totalmente diferente a la mayoritaria que explicaba a sí misma y a los demás de tal forma que continuamente se veía envuelta en conflictos de los que no siempre salía airosa.
Luisa tenía miedo.
La estela de su paso era un adoquinado por el que resultaba muy incómodo transitar. Por eso, ella no volvía la mirada y seguía adelante, jadeante, construyendo un empedrado más tortuoso que el anterior por el que rodaba con frecuencia.
Luisa no sabía qué hacer.
En su infancia recibió una educación sin límites por lo que le costaba distinguir la realidad de la fantasía. Desde pequeña pegaba a quienes consideraba inferiores físicamente. Se acostumbró a despreciar las necesidades de los demás y solo vivía para la satisfacción de las propias, a cualquier precio.
Invirtió muchas horas en escalar puestos desde los que ostentar el poder y lo consiguió. Pero no lograba disfrutar de su trabajo pues un pánico al error la paralizaba. En su mente la dignidad pasaba por tener éxito social. Y con semejante  rasero juzgaba a quienes tenía alrededor.
No era mujer de confidencias. Por el contrario sepultaba su dolor tras la rigidez de su rostro, cada vez más anguloso.
Cierto día, despertó de la anestesia.
La operación revestía peligro. Fue un éxito y tras una lenta rehabilitación pudo incorporarse al mundo.  Pero ella ya no era la misma. Contra todo pronóstico, meses después, se encontró andando por la refrescante orilla del mar, en contacto con la naturaleza.
Empezó a amar la vida.
Pasaba horas en invernaderos y aprendió a distinguir las plantas de interior de las de exterior. Y su casa acogió, alegre, el verde en todas sus tonalidades. Compartió su espacio con un perro herreño que la miraba con  la incondicionalidad de quien ha recorrido los recovecos sinuosos de la gratitud. Su corazón pudo abrir la puerta a otro latido con el estableció una complicidad íntima, entre las sábanas. Y fuera de ellas, también.
Había aprendido.
Decidió escuchar las preguntas de los demás y  tomarlas en serio. Decidió estudiar lo que desconocía experimentando y sintiendo  un inmenso placer. De los que te reconcilian con la vida. Comprendió que el camino era  equivocarse cada vez mejor. Fue descubriendo   habilidades insospechadas y torpezas inverosímiles. Practicó el arte del consenso y  del disenso sin que el drama vistiera cada una de sus decisiones.
Ella sabía qué hacer.
Se sentía una persona valiosa. Y por esto podía percibir el valor de cada ser humano.
No se había vuelto tonta. Era consciente de que a veces, tocaba tomar cacao y otras, chocolate. Pero ella era quien decidía la cantidad. Buena semana.